Si plan ni central

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Lo de Garoña y el PP comenzó como una historia de amor. Ambos se lanzaban piropos y ensalzaban las virtudes de una central absolutamente segura que producía una energía baratísima y que era imprescindible para tener energía en nuestras casas. Además, su cierre significaría acabar con el futuro de miles de familias y de toda una comarca en la que la central era una especie de ángel de la guarda que velaba por el interés común. Dejando aparte los anuncios que, durante meses, se pusieron en medios de comunicación o, incluso, en los autobuses urbanos, la campaña en contra de la decisión del gobierno socialista fue brutal con fotos entusiastas de Rajoy a pie de central prometiendo aquello de "Conmigo de Presidente, Garoña no cerrará".

Y fíjense dónde estamos. Resulta que las dos centrales nucleares que se han cerrado en este país lo harán con los pronucleares populares en el Gobierno. Resulta que Garoña no era tan segura (o no necesitaría invertir 120 M€ más en seguridad según el CSN) ni era tan rentable (o no argumentarían las eléctricas que poner un pequeño impuesto a sus beneficios las abocaba al cierre). Y desde luego, no era imprescindible porque cerrará sin que dejemos de poder dar el interruptor de la luz en nuestras casas.

Pero lo peor no es eso. Lo peor es que el PP prometió a los trabajadores de Garoña, a los alcaldes y a los habitantes de la zona afectada que si ellos gobernaban mantendrían la central y que el plan alternativo para crear empleo no sería necesario. Incluso alguno dijo que mantedrían también el Plan. Y les engañó. Y apenas un año después nos podemos encontrar sin central y sin plan.

Cada paso que se ha ido dando hacia el cierre ha sido respondido con estupefacción y desconcierto por parte del PP, por Herrera y por Rico. Pero no valen lamentos. Son ellos, junto a Rajoy, quienes se pusieron en manos de unas empresas eléctricas que ahora les chantajean. Han sido rehenes voluntarios y han padecido el síndrome de Estocolmo con sus secuestradores. Ahora se cruzan reproches con Nuclenor y en medio de su fuego cruzado están miles de familias.

Ahora son ellos quienes tienen que tomar las decisiones políticas, ellos han decidido el marco regulatorio en materia energética que está provocando el cierre Garoña y ellos son quienes pueden decidir si aportan dinero al plan Garoña en los presupuestos del Estado y de la Junta de Castilla y León. Ayer mismo, los parlamentarios del PP rechazaban en el Congreso una enmienda que incluía 25 millones de euros para el Reindus. De sus decisiones dependerá el futuro de Trespaderne, de Tobalina, de Miranda o de Villarcayo y, lamentablemente, cada vez queda menos tiempo.

Lo que el PSOE quiere es trabajar por el futuro y garantizar la seguridad. Para ello, nos hemos puesto manos a la obra y hemos pedido las comparecencias del Ministro y de la Presidenta del CSN en el Congreso. Queremos un cierre transparente y ejemplar desde el punto de vista de la seguridad y un compromiso claro con los trabajadores de la central durante el proceso de desmantelamiento y con la zona afectada mediante la recuperación del Plan Garoña. Ahora solo falta que el gobierno se desperece y reaccione.Creo que Burgos se lo merece.

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