¿Cómo tratamos a los más débiles?

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Hace un par de meses, a apenas unos metros de mi casa en León, una anciana tropezaba y caía al suelo  haciéndose una herida en el rostro. Alguien de mi familia, que escuchó el accidente, se acercó a socorrerla mientras llegaba la ambulancia que, finalmente, la llevó al hospital. Durante ese tiempo, la señora les contaba que iba, precisamente, hacia el hospital en el que estaba ingresada su hija desde hacía unos días aquejada de una grave discapacidad.

Unos días después fueron a visitarla al hospital y allí estaban la madre y la hija contentas porque habían podido ingresarlas en la misma habitación. La mujer de más de 80 años cuidaba ella sola a la hija, invidente y discapacitada, y para ambas unos días juntas en el hospital siendo atendidas era todo un descanso. Cuando me contaban su vitalidad y alegría a la vez que la difícil situación que atravesaban, no puede menos que pensar hacia dónde íbamos si ni siquiera en estas situaciones había un poco de ayuda para quien lo necesitaba tanto.

Hace dos días leía, entre escalofríos, que la policía había encontrado muerta en su casa de Astorga a una anciana y su hija. Al parecer, la madre había muerto de causa natural y la hija, al no poderse valer por si misma, fallecía poco tiempo después. Habían sido los vecinos quienes habían dado el aviso a la policía. Quizá debamos pensar en ellas cada vez que haya alguien que diga que la Ley de Dependencia es algo que no podemos permitirnos porque, rica o pobre, una sociedad se define por cómo trata a los más débiles.

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